Traducido con AI

Identificación errónea de Unos y Ochos


Tanto los Unos como los Ochos pertenecen a la Tríada Instintiva, ambos poseen voluntades férreas, están orientados a la acción y mantienen convicciones sólidas sobre cómo proceder. No obstante, los Unos procuran persuadir a otros para que actúen correctamente (según su perspectiva) desde un imperativo moral, argumentando que es lo correcto. Intentan convencer lógicamente a los demás de la validez de sus opiniones, pero se irritan y pierden coherencia cuando encuentran resistencia. Los Ochos, en cambio, se apoyan en su autoconfianza y buscan influir mediante sus convicciones viscerales y carisma personal. (“Desconozco si es el método adecuado, pero es mi método.”) Los Unos intentan convertir a quienes se les oponen; los Ochos tratan de imponerse sobre ellos.

El mayor malentendido entre estos dos tipos radica en su preocupación por la justicia, aunque la naturaleza de su sentido de justicia puede diferir significativamente. Los Unos consideran la justicia como un valor de suma importancia; de hecho, muchos jueces, abogados, defensores y fiscales son Unos. Los Unos reflexionan profundamente sobre cuestiones relacionadas con el establecimiento de estándares apropiados para los seres humanos y sobre los pormenores de cómo administrar un sistema justo y equitativo. Los Unos, en todos los Niveles de Desarrollo, aluden a la justicia y creen que la persiguen (independientemente de cuán distorsionada pueda ser su interpretación). En cualquier caso, la justicia es una cuestión de principios, parte de su idealismo. Se esfuerzan por alcanzar la justicia y desean rectificar las injusticias dondequiera que las encuentren porque, entre otras razones, proceder de otro modo implicaría no estar a la altura de sus elevados estándares morales y les generaría sentimientos de culpa.

En los Ochos, la justicia es más bien una respuesta visceral, una reacción al presenciar injusticias. Los Ochos, por lo general, no dedican tiempo a reflexionar sobre estos asuntos, pero si observaran a una persona indefensa siendo perjudicada o intimidada por otros, intervendrían sin dudarlo para “equilibrar la situación”. Para los Ochos, la justicia tiene poco que ver con principios abstractos. Se perciben a sí mismos como protectores de los demás y, cuando se encuentran en un estado saludable, efectivamente lo son. Los Ochos tienden a buscar justicia para “su gente”: su familia, amigos, colegas, grupo étnico, etcétera. Usualmente, esto se manifiesta en la preocupación por que aquellos bajo su cuidado (o bajo su poder y autoridad) sean tratados de manera equitativa. El alguacil vaquero que protege al pueblo de los criminales y el líder sindical que negocia un salario justo para los trabajadores son ejemplos de esta preocupación más restringida por la justicia. En los Ochos, el sentido de justicia suele implicar abordar un desequilibrio de poder. Esto difiere considerablemente del Uno, que busca asegurarse de que las personas sean recompensadas adecuadamente por sus buenas acciones y castigadas por las malas.

Ciertamente, en sus manifestaciones poco saludables, ambos tipos pueden ser extremadamente injustos. Los Unos seguirán creyendo que están siendo justos: los castigos que imparten son por el bien de la persona castigada o, como mínimo, por el bien de la sociedad. Los Unos sienten la necesidad de racionalizar sus actividades punitivas. Los Ochos no. Para los Ochos en un estado poco saludable, administrar justicia es simplemente ejecutar venganza. (Si me lastimas a mí o a mi gente, te destruiré. Me estafó. Ahora debe pagar.) Huelga decir que otros podrían cuestionar la justicia en el comportamiento poco saludable de cualquiera de estos tipos.

La confusión entre Ochos y Unos probablemente también se deriva del hecho de que algunos Unos podrían identificarse erróneamente como Ochos, ya que desearían poseer la autoridad e influencia de los Ochos. También podrían reconocer que tienen impulsos agresivos y malinterpretarse como un “tipo agresivo”, aunque en realidad son obedientes a sus ideales; el Ocho es el verdadero tipo agresivo por excelencia. Por otro lado, los Ochos casi nunca se identifican erróneamente como Unos, considerándolos pusilánimes e insípidos, morales únicamente porque son demasiado débiles para ser fuertes. Aunque es improbable que los Ochos se consideren Unos, otras personas a veces identifican erróneamente a los Ochos como Unos porque los ven como reformadores. No obstante, es evidente que muchos líderes naturales, incluidos los Ochos, lideran reformas cuando son necesarias. Contrastar Unos como el Papa Juan Pablo II, Ralph Nader y Hillary Clinton con Ochos como Lee Iacocca, Franklin Delano Roosevelt y Barbara Walters proporciona una vívida percepción de sus diferencias.